Ninguna falacia esconde esta obra donde La Moneta se muestra jonda y extrema. Jonda porque destila flamencura por sus cuatro costado; extrema porque exprime hasta la saciedad, rozando orillas inexploradas, aunque lo haga todo tan fácil como un paseo dominical. Extremo Jondo es un abrazo continuo a la herencia de decenas de bailaores que han precedido esta bailaora y sobre todo una búsqueda en su interior, una apuesta novedosa de tan añeja, una declaración de principios. Fuensanta baila su baile y baila el silencio. Pero por encima, le baila al cante y a la música. Se detiene y se deja llevar por los acordes de Miguel Iglesias, por el compás de Miguel "El Cheyenne" y por los melismas profundos de Miguel Lavi, como reverenciando los ancestros del flamenco, como manifestando que la queja es la base, el leitmotiv, de su propuesta. El resultado sin embargo no es el baila tradicional, imitado de sus mayores, que podría ser. Todavía tiene espacio la contemporaneidad y el remedo, la improvisación y el recuerdo, el reposo y el vértigo, la humildad y el desafío, el dolor y la sonrisa, haciendo de su presencia el embrujo del vino añejo en odre nuevo, la creación palpitante, la pura expresión? lo que desemboca en un lenguaje propio, en una firma indeleble que ya, sin discusión, se puede considerar Moneta. Jorge Fernández Bustos