"Las salvajes en Puente San Gil" es una obra dramática de José Martín Recuerda de 1961, enmarcada en los rasgos de estilo del drama del realismo social en boga por entonces. Pero es un texto que desde su escritura y estreno ha continuado representándose, mostrando - al igual que muchas otras obras - la vida nómada, y errante de unos cómicos buscadores de una felicidad siempre esquiva, y la inconmensurable ternura de unos personajes que entre lo ridículo, lo grotesco, lo farsesco y lo absurdo nos hacen ver nuestras pequeñas miserias de románticos frustrados, de soñadores irredentos, de desesperados seres esperanzados aún a pesar de todo. En 1989 el catedrático de Dirección Escénica, Antonio Morales, llevó a cabo la puesta en escena de esta tragicomedia, legando al público asistente el recuerdo emocionado para siempre de un universo muy cercano, muy español, definitivamente imperecedero. ¿ A quién no le hubiese gustado ser una de esas salvajes que se beben la vida a tragos fuertes y apasionados, una de esas salvajes que como pequeñas fieras asilvestradas no temen el futuro, quizá porque no existe para ellas, porque nunca existió, porque nunca se les perdonó su libertad?. El montaje se realizó en el espacio más idóneo para la representación ? una capilla, la del antiguo seminario de San Fulgencio ? convertida en teatro, y gozaba de todo el encanto hipnótico y mágico de un lugar de dilatada trayectoria histórica y espiritual. De alguna manera esta última representación de nuestras salvajes de hoy quiere honrar el trabajo de este gran profesor y amigo, y mostrar hacia él nuestro profundo respeto y admiración. Hoy en 2013 "Las salvajes?" es un homenaje a una profesión sacrificada, repleta de sombras, de luminosas sombras que nos aportan tanto sufrimiento como placer, y que nos hermanan con las personas que luchan por un sueño de la manera en que saben o pueden, que nos hermanan con aquellos que apuestan por vivir, por vivir sin prejuicios, amoralmente, sin miedo, con la valentía del que decide honestamente lanzarse al abismo de ser uno mismo. El proceso, salpicado de las mil y una vicisitudes de todo proceso artístico y educativo, ha sido un viaje entrañable y emocionado entre compañeros de vida, un tránsito del mundo del aula hacia el futuro profesional que les espera, reflejándonos para ello en nuestro pasado más cercano. Veintiuna personas en el escenario desnudando sus emociones, y lanzando un grito salvaje de amor al teatro, en un mundo donde el amor parece estar condenado a los convencionalismos civilizados, y donde el teatro parece estar constreñido en la tibia representación de unos instintos domesticados. Disfruten del encuentro con el salvaje deseo de perseverar. Encarna Illán y Aurelio Rodríguez.