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SHUMANN: EL ROMANTICISMO HECHO MÚSICA
ORQUESTA DE JÓVENES CIUDAD DE MURCIA
Schumann es quizás la más fiel personificación de los ideales románticos. Su vida fue, esencialmente, una trágica lucha contra la depresión, el alcoholismo y la enfermedad. Al componer sus obras orquestales, debió resolver la fantasía y la libre inspiración imaginativa que imperaba en su singular producción pianística. No obstante, Schumann combina en su música su propio romanticismo soñador, casi alucinatorio, con las estructuras clásicas. De esta latente contradicción, aceptar un modelo constructivo para orientar ideas de poéticas, se derivaban los premisas que resultaron una producción sinfónica verdaderamente original y, a la vez, respetuosa con la tradición. Además, del estilo compositivo de Schumann emana un notable lirismo, pues es uno de los grandes melodistas de todos los tiempos, hecho constatado no sólo en sus Lieder sino también en sus sinfonías, continentes de una corriente de bellas melodías indiscutiblemente originales.
Otro factor determinante de su estilo son las asociaciones programáticas: su música (sobre todo en el ámbito de las Oberturas) contiene a menudo asociaciones extramusicales, pictóricas o autobiográficas que se asemejan al estilo de otros románticos como Franz Liszt. Pero Schumann renunció a la línea poemática de sus coetáneos (Héctor Berlioz y el mismo Liszt), y se aproximó consciente o inconscientemente a Félix Mendelssohn. Aunque a nadie le es extraño afirmar que la obra sinfónica schumanniana, sin ser tan agraciada como la de su admirado colega, iba más allá en sus intenciones estéticas, allanando el terreno a su también amigo Johannes Brahms.
De las cuatro sinfonías, la Sinfonía no1 en si bemol mayor, opus 38 “Primavera” es la de corte más tradicional. Escrita para dobles flautas, oboes, clarinetes y fagotes, con cuatro trompas, dos trompetas, tres trombones, tres timbales, triángulo y cuerdas, se conoce todavía generalmente por el título que Schumann propuso para ella, “Primavera”. Su autor se inspiró en un poema del escritor de Leipzig Adolf Böttger, y originalmente sugirió títulos para cada uno de los movimientos: “Arranque de la primavera”, “La tarde”, “Felices compañeros de juegos” y “Plena primavera”.
De manera contrastante, el Concierto para cuatro trompas y orquesta, opus 86 muestra un tratamiento de estos instrumentos de manera más exuberante, haciendo un gran alarde de virtuosismo y envolviendo toda la pieza de un diálogo continuo entre las cuatro trompas y la orquesta, formando así un todo vibrante, efusivo, a ratos melancólico y enérgico que hace emanar los ideales románticos de la creación musical de una manera cercana y directa.
Ficha técnico-artística:
Solistas:
Estanislao Gómez Ruiz
Marc Penadés Collado
Llorens Tormo Mira
Salvador García García
Director:
Raúl López Sánchez